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Tu carácter soberbio te ha engañado.
Como habitas en las hendiduras de los desfiladeros,
    en la altura de tu morada,
te dices a ti mismo:
    ¿Quién podrá arrojarme a tierra?
Pero, aunque vueles a lo alto como águila,
    y tu nido esté puesto en las estrellas,
    de allí te arrojaré
            —afirma el Señor—.
Si vinieran a ti ladrones
    o saqueadores nocturnos,
¿no robarían solo lo que les bastara?
    ¡Pero tú, cómo serás destruido!
Si vinieran a ti vendimiadores,
    ¿no dejarían algunos racimos?

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